Aquel 25 de julio mi familia y yo salimos a aquel lugar turístico tan bello. Cuando de repente, algo inesperado sucedió. En resumen mi abuela nos preguntó que si podría acompañarnos a aquel lugar tan bello. Nosotros asombrados, sin duda le dijimos que claro que sí. Debido a que era la primera vez en mucho tiempo que salía fuera de la ciudad. Sorprendidos por la decisión, le compramos a mi abuela su comida favorita--hígado--para que así se sintiera ella aun mejor.
Más tarde llegamos al lugar con mi familia, había mucha naturaleza-- helechos, rosas y animales que no se ven muy seguido en ese lugar. Mi abuela estaba tan feliz por estar ahí. Ella jamás se había dejado tomar fotos por nosotros, ya que a ella no le gustaba eso de la tecnología ni que ella saliera en fotos. Pero, extrañamente, ese día, sin razón alguna, ella le dijo a mi tía一Hija, ¿Me puedes tomar una foto aquí, por favor? Mi tía estaba de lo más feliz, ya que mi abuela por fin se había querido tomar una foto. Ella felizmente nos dio una sonrisa tan bella como el atardecer de aquel dia.
Comimos todos juntos, hablamos, jugamos y reímos por mucho tiempo. Después de comer fuimos a ver una cascada que caía de lo más alto y la briza era como nieve en diciembre. De repente, miramos que mi abuela tranquilamente extendió sus brazos como si quisiera volar y la briza de la cascada rozaba su pelo blanco tan hermoso y bien cuidado. Ella suspiró fuertemente y dijo “Gracias”. Nosotros nos extrañamos por aquel gesto tan raro y no solo eso sino que por todo lo que había hecho aquella tarde.
Mientras que oscurecía nos retiramos del lugar. En el camino ella venía hablando sobre infancia. Pareciera que nos estaba dando un resumen de su vida. Más tarde, llegamos a casa y ella muy contenta bajó del carro. Dijo “Gracias por todo, los quiero, buena noche,” y se fue a su casa a dormir. Además a ella le quedaba muy cerca de nuestra casa, ya que éramos vecinos y siempre mi madre o mi padre le llevaban algo de desayunar.
A la mañana siguiente, escuché alaridos, gritos fuertes y horribles. Espantados, nos dimos cuenta de que era mi madre que había ido a llevarle el desayuno a mi abuela y miró que aun no despertaba. Mi madre miró su cuarto y se encontró con que ella estaba sin moverse y no respondía--mi abuela había muerto.
Aquel día fue uno de los días más tristes de mi vida y me enseñó a que hay que apreciar aquellos pequeños momentos felices en la vida, a veces se van de tus manos como arena, y no sabes si se volverán a repetir. Por último, siento que de menos pudimos disfrutar al maximo a mi abuela ese ultimo dia antes de su partida. Así, como el día anterior, no nos imaginábamos que iba a ser la partida de mi abuela.
Es una historia muy impactante, me pude identificar. Buen trabajo!
ReplyDeleteexcelente historia buena experiencia
ReplyDeleteMe gusto mucho tu historia,aunque fue una una inesperada perdida.
ReplyDeleteBien hecho lo decribiste muy bien sigue asi. :)