Monday, March 19, 2018

Mi primer perro

     Todavía recuerdo la vez que conseguí mi primer perro, tenía ocho años y mi hermana apenas cumplío los catorce años. Jamás habíamos tenido una mascota en nuestra vida. Cuando yo era más joven, yo era solitaria porque mi hermana ya estaba a la edad en donde no quería jugar conmigo. Por eso, yo deseaba tener a alguien con quien jugar. 
     En el verano del 2010 era un día muy soleado, hacía un calor muy rico. Mis papás nos llevaron a San Francisco a visitar a familia. Mi primo estaba vendiendo cachorros, y le preguntó a mi papá si él estaba interesado en comprar un cachorro. Mi padre es bien serio e intimidante, a él no les gustan los animales excepto a los toros. Así que, cuando mi papá dijo que sí, mi primo estaba muy sorprendido. Mi mamá era la única que mi papá he había contado al momento, mi hermana y yo no sabíamos nada de lo que sucedido. Luego llegamos a casa sin un cachorro, pero no sabía que el futuro me tenía salvada.
     Cuando al fin llegamos a casa, mi mamá, unos días después, nos llevó al centro y entramos a una tienda y nos dijo –Tenemos una sorpresa grande para ustedes.
     Mi hermana se miraba algo confundida porque mis padres nunca nos hacían sorpresas. Yo me puse feliz y le respondí a mi mamá 一¿Es un perro?
     Mi mamá me mostró con su dulce sonrisa llena de alegría que yo era correcta. Yo me puse muy feliz, por fin iba a tener a alguien con quien jugar. Los días pasaron e iba a conseguir a mi cachorro. Ese mismo día fuimos al PetSmart a comprar la cama, la comida y los juguetes. Más en la tarde llegó mi primo con el cachorro y yo me puse muy feliz. Todavía me recuerdo la primera noche, él todavía no tenía un nombre y se durmió en la cocina. Toda esa noche oímos llantos, me dio tanta lastima, creo que estaba asustado.
     Unos meses pasaron y mi cachorro estaba más grande y bien sano, le pusimos el nombre Teddy como osito. Era negro como la noche, pero tenía una raya blanca en el pecho, como un zorrillo, era perfecto.

Friday, March 16, 2018

No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido

      Todavía recuerdo la vez que vi a mi madre nuevamente después de tres años de haberse mudado a los Estados Unidos. Antes de que ella se fuera a los Estados Unidos con mi hermana la más pequeña, mi madre habló con mi padre por cuáles eran las razones de que ella necesitaba viajar tan lejos. Yo no sabía y tampoco comprendía que mi madre se iría por tanto tiempo. En realidad yo no sabía que mi madre no volvería pronto. Sin embargo, mi papá nunca me mencionó nada sobre mi mamá o cuál había sido el problema que hubo para que mi mamá se fuera por tanto tiempo. A mi edad de 12 años solo pensaba en jugar con mis vecinas o ver televisión. Yo estaba acostumbrada a estar con toda mi familia con mi mamá, mi papá y mi hermanita la más pequeña. Desafortunadamente, no fue así mi madre se fue llevándose a mi hermanita dejándome sola con mi papá en México.
     Toda mi familia es de México. Vivíamos en el estado de Colima en el municipio de Manzanillo en la costa con un clima un poco caliente pero agradable. Vivíamos muy cerca del agua salada; recuerdo que era tan cristalina como una alberca y tan clara y azul como el cielo. Nuestra casa estaba muy cerca del mar a tan solo unos metros de lejos. A mi familia y a mí nos gustaba bañarnos en el mar casi siempre cuando teníamos tiempo libre y sentir agua helada en lo más profundo y tibia por encima. Nos gustaba sentir la arena suave, masajeante y fina como si fuese harina para pasteles en nuestros pies. Nos gustaba ver los manglares y palmeras que rodeaba nuestra casa pintoresca de ladrillos y algunas orillas del mar. Siempre se movían muy repentinamente con el viento como si estuviesen bailando y dándonos la bienvenida todas las veces que podían, disfrutando del bello mar que los rodeaba aquí en Manzanillo, Colima. Además, a mi hemana-la más pequeña-le gustaba atrapar los cangrejos que andaban por la playa escondiéndose en pequeños agujeros muy diminutos que parecía como si alguien con un lápiz se hubiese puesto a picotear la arena. Era un paisaje hermoso. 
     Primero, un día en la noche llegué a mi casa después de haber ido a casa de una prima. Entré a mi casa y mi papá ahí estaba sentado en nuestra sala. Me dijo: ¡一Ya llegaste hija! ¿Cómo te fue hija en casa de tu prima? Yo le contesté:一Muy bien. Fuimos a comer y después fuimos de compras. Sin embargo, él me dijo:一Te tengo una sorpresa 一Ve al cuarto, abre la puerta y ahí estará tu sorpresa. Fui, abrí la puerta y después miré hacia dentro cuando vi a mi madre y a mi hermanita.
     Luego, sin darme cuenta, mis ojos se empezaron a humedecer y mis lágrimas empezaron a caer. Corrí a abrazar fuertemente a mi mamá y a mí hermana. No podía describir lo que mi corazón sentía era como una tormenta de emociones dentro de mí. Nunca por mi mente paso volver a ver a mi madre después de largos años y menos que ella viniera a visitarme tan repentinamente. Al igual ella estaba en llanto me abrazaba fuerte repitiendo:
一Perdóname por haberte dejado tanto tiempo.
一Perdóname.
En ese momento supe que todas mis dudas y mi resentimiento hacia ella y supersticiones que antes tenía habían sido automáticamente aclaradas sin que yo misma me diera cuenta. Mi hermana no dejaba de abrazarme al igual que mi madre en su rostro veía mucha emoción y felicidad por estar de nuevo conmigo. Finalmente, mi mamá me dijo: 一Voy a estar contigo por unas 2 ó 3 semanas, así que no te preocupes por nada. Esperó que este tiempo sea el suficiente para hablar contigo y pasar unos buenos días aquí.
     Sin embargo, aunque fue triste escuchar que mi mamá solo se iba a quedar unas semanas, verla de nuevo fue el mejor momento inolvidable de mi vida. Yo sabía que ahora tenía la edad necesaria para entender mejor las cosas y también podía entender cuáles fueron los motivos que habían orillado a mi mamá a irse tan lejos y por qué ella no podía llevarme a su lado. Ahora siento que gracias a su visita estoy más tranquila y me siento feliz de que ella se hubiese tomado el tiempo de poder venir y hablar conmigo para explicarme las cosas que mi padre no me supo explicar. Ahora tengo una vida mejor, me siento feliz sin tener rencores o resentimientos encontrados. Este acontecimiento de mi vida siempre tendrá importancia en mí y lo seguiré recordando el resto de vida porque me transformó como persona. Me ayudó a pensar siempre mejor las cosas antes de juzgar por ignorancia. Entendí que todo pasa por una razón y esa razón siempre tiene alguna explicación.

Thursday, March 15, 2018

Viaje de graduación


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     Recuerdo muy bien mi primer viaje de graduación que hicimos mis compañeros de sexto de primaria. Estaba muy emocionada, ya que era mi primer viaje con amigos. Todos nuestros padres decidieron que el viaje sería a un lugar llamado “Canoas”, un pequeño pero hermoso pueblo a 4 horas de donde vivíamos, que es muy conocido por sus hermosos ríos y cascadas. Decidieron ir ahí porque los papás de un compañero tenían una hacienda muy grande.
     Cuando llegamos quedé sorprendida y maravillada al ver lo bonita que era la hacienda y la naturaleza que la rodeaba. El pasto y los árboles estaban verdes y lozanos, se podía oler lo fresco del pasto, la luz del sol iluminando el jardín, el cielo azul como el mar y las nubes de algodón. Se escuchaban los pájaros cantando su dulce melodía y el zumbido de las abejas.
     Mis compañeros y yo queríamos dormir afuera para ver las luciérnagas de noche, así que pusimos nuestras carpas en el pasto. Cuando terminamos de montarlas, todas las mamás habían hecho de cenar y nos llamaron para ir. Recuerdo que la cena fue deliciosa, todos saboreamos mucho la comida, pero lo mejor fue el postre, ya que hicieron una fogata, nos dieron bombones y un palo de madera para acercarlos al fuego y empezamos a contar historias de terror. De repente una compañera interrumpió diciendo:
-Miren, son las luciérnagas.
-Vamos.
     Todos nos paramos de la fogata y fuimos a donde estaban las luciérnagas. Observamos lo hermosas que estaban hasta que tuvimos que ir a dormir porque era tarde. Al día siguiente nos levantamos y fuimos a la cascada más cercana. Siempre fui muy tímida al hablar o expresar mis emociones con la gente, pero ese día cambie. Empezamos a hablar todos como si nos conocieramos de toda la vida, las niñas que no se hablaban con otras terminamos hablando todas, hice demasiadas amistades que no tenía antes. Hablamos, reímos y compartimos historias sobre cada una, nos volvimos inseparables. Nunca olvidaré el buen momento de felicidad y unión que tuvimos en ese viaje y en especial en la cascada donde fue la primera vez que hable con amigas sin ser tímida.
     No olvidaré, que gracias a ese viaje, soy una persona confidente, segura de mi persona, valiente y sociable. Que en ese viaje conecté con amistades verdaderas que siguen estando en mi vida ahora en el presente. Ellas me ayudaron a encontrarme y convertirme en una persona segura de mi misma, nunca lo olvidaré porque fue un viaje que marcó mi vida y mi persona por siempre.

La partida de mi abuela

     Si tan solo al principio supiéramos la tragedia qué pasaría. Era un día cálido en aquel verano del 2010. Yo tenía 10 años, además la alegría de tener un descanso de la escuela invadía mis emociones. Del mismo modo mis padres y mis tías habían planeado ir a un lugar turístico llamado “Mazamitla” con venados, cascadas, tirolesas y más. De hecho era como si viéramos un paraíso, era el día perfecto. Por otro lado mi abuela tenía ya 83 años. Aunque ella era muy vieja ella aún caminaba y se sentía muy bien siempre. Además ella estaba sana, su pelo era blanco como el algodón, su piel arrugada por los años. Solamente le gustaba salir a la iglesia, ya que ella era muy religiosa. Asimismo iba a la iglesia regularmente, pero no le interesaban las salidas a lugares diferentes ni turísticos. A si que por lo general ella no solía acompañarnos.
      Aquel 25 de julio mi familia y yo salimos a aquel lugar turístico tan bello. Cuando de repente, algo inesperado sucedió. En resumen mi abuela nos preguntó que si podría acompañarnos a aquel lugar tan bello. Nosotros asombrados, sin duda le dijimos que claro que sí. Debido a que era la primera vez en mucho tiempo que salía fuera de la ciudad. Sorprendidos por la decisión, le compramos a mi abuela su comida favorita--hígado--para que así se sintiera ella aun mejor.
     Más tarde llegamos al lugar con mi familia, había mucha naturaleza-- helechos, rosas y animales que no se ven muy seguido en ese lugar. Mi abuela estaba tan feliz por estar ahí. Ella jamás se había dejado tomar fotos por nosotros, ya que a ella no le gustaba eso de la tecnología ni que ella saliera en fotos. Pero, extrañamente, ese día, sin razón alguna, ella le dijo a mi tía一Hija, ¿Me puedes tomar una foto aquí, por favor? Mi tía estaba de lo más feliz, ya que mi abuela por fin se había querido tomar una foto. Ella felizmente nos dio una sonrisa tan bella como el atardecer de aquel dia.
     Comimos todos juntos, hablamos, jugamos y reímos por mucho tiempo. Después de comer fuimos a ver una cascada que caía de lo más alto y la briza era como nieve en diciembre. De repente, miramos que mi abuela tranquilamente extendió sus brazos como si quisiera volar y la briza de la cascada rozaba su pelo blanco tan hermoso y bien cuidado. Ella suspiró fuertemente y dijo “Gracias”. Nosotros nos extrañamos por aquel gesto tan raro y no solo eso sino que por todo lo que había hecho aquella tarde.
     Mientras que oscurecía nos retiramos del lugar. En el camino ella venía hablando sobre infancia. Pareciera que nos estaba dando un resumen de su vida. Más tarde, llegamos a casa y ella muy contenta bajó del carro. Dijo “Gracias por todo, los quiero, buena noche,” y se fue a su casa a dormir. Además a ella le quedaba muy cerca de nuestra casa, ya que éramos vecinos y siempre mi madre o mi padre le llevaban algo de desayunar.
     A la mañana siguiente, escuché alaridos, gritos fuertes y horribles. Espantados, nos dimos cuenta de que era mi madre que había ido a llevarle el desayuno a mi abuela y miró que aun no despertaba. Mi madre miró su cuarto y se encontró con que ella estaba sin moverse y no respondía--mi abuela había muerto.
     Aquel día fue uno de los días más tristes de mi vida y me enseñó a que hay que apreciar aquellos pequeños momentos felices en la vida, a veces se van de tus manos como arena, y no sabes si se volverán a repetir. Por último, siento que de menos pudimos disfrutar al maximo a mi abuela ese ultimo dia antes de su partida. Así, como el día anterior, no nos imaginábamos que iba a ser la partida de mi abuela.

El fútbol

     Era el 19 de agosto. Me desperté esa mañana emocionado porque era el día que mi equipo de fútbol americano íbamos a jugar nuestro primer juego. Estaba nervioso también porque no sabía qué esperar. Nunca había jugado un juego de fútbol en mi vida. Era un jamboree, eso significa que el partido solo iba a durar 15 minutos. Me empecé a relajar porque pensé que jugando fútbol americano iba a ser fácil. Aliste mis cosas para jugar y comí el desayuno que me preparó mi madre. Luego me fui a harbor high school donde estaban todos mis compañeros en el vestuario esperándome.
     Todos estábamos emocionados como perros cuando tienen un nuevo juguete. Coach Gaynor gritó: “¡Todos agarren sus cosas y súbanse al autobús!” Nos subimos al bus y me senté solo. Puse mis audífonos en mis orejas y estaba en mi propio mundo. Estaba oyendo rap. Estaba pensando en como iba y que iba hacer a jugar y que voy a hacer. Tenía mi celular en una mano y mi casco en la otra. Pasaron unos 10 minutos y llegamos a Santa Cruz High School. Era una escuela muy grande. La primera cosa que miré cuando llegamos fue el otro equipo. Estaban altos y gordos. Sus uniformes eran rojo como la lumbre. Pero a mí no me asustaban. Mire a mis compañeros y unos se miraban nerviosos. Les dije que sean fuerte. Antes de jugar, nuestro entrenador nos habló para motivarnos. Dijo: “¡agresivos y jueguen duro, peguen a cualquier cosa que esté moviendo!” A este punto estábamos todos listo a jugar. Para mi no era un juego, era una guerra.
     Después corrimos todos al pasto y mire la gradería. Había mucha gente mirándonos. Luego mire a mis padres y mi hermano mayor Anthony. Me dio motivación viendo a mi familia. De repente, empeso el juego y no estaba listo. Un niño del otro equipo tenía la pelota, cuando pasó por mí brinque encima de él y le pegue en la cabeza. Estaba pegando a niños como un toro. Luego el quarterback del otro equipo trato de tirar la pelota. Entonces corrí hacia él para tumbarlo, pero un niño muy alto y gordo me pego del lado que no estaba mirando y me caí en mi muñeca. Sentí un dolor muy filoso como una navaja pero lo ignore con la adrenalina y segui jugando.
     El juego duró 15 minutos pero sentía como si nunca iba a acabar. Estaba muy cansado. Mi boca sabia como tierra de un desierto. Una bola de niños se cayeron encima de mi y otra vez me caí en mi muñeca. Esta vez era peor y me tuve que salir del juego. Se sentía quebrada. Tim, nuestro médico, me envolvió mi muñeca con cinta. Estaba hinchada como un globo. Estaba sentado mirando a mis compañeros jugar y pelear sin mí. Era el peor sentido porque no podía hacer nada. Era un peor dolor el de mi muñeca. Faltaba solo 5 minutos en el juego y le pregunté a mi coach si me podía meter al juego otra vez. Dijo que no y le rogué que pudiera jugar un poco más. Finalmente me dejó y corrí al pasto, listo para los golpes otra vez. No tenía ninguna energía--estaba jugando con puro corazón. El árbitro chiflo el pito para señalar que se acabó el juego. Estaba satisfecho que no me vencí.
     Finalmente nos subimos al autobús para regresar a nuestra escuela. El camino era silencio como la noche. Me di cuenta de que el fútbol americano no es fácil, envés es un deporte muy difícil. Desde ese dia practique muy duro para sobrepasar este desafío.

La familia vs la separación

     Cuando tenía cuatro años mi hermanita nació y fue un día muy bonito, pero después de eso todo fue complicado. Empezó una batalla legal muy grande por la custodia de mi hermano grande, mi hermana pequeña, y por mí .
       Mi papá y mi mamá (son mi abuelo y abuela, pero para mí son mi mamá y papá) han cuidado de nosotros desde el primer día y ahora iban a adoptarnos.
       Cuando empezó el proceso, tenía miedo porque nos habían dicho que nos iban a mandar al sistema de Foster Care. Al pensar que nos iban a separar, me hizo sentir mal, pero tuve un consejero quien,con el pasar del tiempo el se convirtió en amigo. Andy, mi consejero, me ayudó a entender lo que estaba pasando. Por suerte la jueza dejó que nos quedamos juntos los tres por el proceso del caso. Al pasar del tiempo había pensado que el caso fuera rápido pero no, las condiciones de salud de mi hermanita no estaban bien. Ella había nacido con la mitad de su cuerpo inmóvil. Por eso fue metida a una casa de Foster Care especial para poder ayudarla a volver a usar su cuerpo. Yo me acuerdo siempre que íbamos a visitarla ella se recuperaba más y más.
        Después de que mi hermanita estaba bien, empezaron las citas en la corte. El abogado, Mr.Comstock, fue una de las ayudas más grandes que pudiera haber recibido mi familia. No solo era amigo de mi mamá sino que no nos cobró por su tiempo. Después de unos meses fuimos a la corte. La otra familia había cuestionado el estatus legal de mis padres, pero la jueza dijo: “en esta corte el estatus legal no está siendo visto, sino que estamos viendo el bienestar de estos 3 niños”. Al decir esto, todo estaba callado como si el tiempo se hubiera parado. El abogado sabía que con eso ya había ganado su caso. La jueza y el jurado dieron su veredicto--ahora éramos de la familia Torres Luna, un apellido de una famila que nunca se rindió aunque todo estuviera en contra de su favor. “Yo tengo orgullo de ser de esta familia,” pensémientras que firmaban los papeles de adopción. Por fin, éramos una familia que nadie nos pudiera separar.
        Al fin, lo que me hizo cambiar fue que vi que todos los que mis padres conocían nos ayudaron con todo lo que podían . Al empezar, yo era un niño sin amigos, pero después, aprendí de esto que las amistades son muy buenas no sólo porque te pueden ayudar sino porque tienes a alguien en que puedes confiar. También aprendí que aunque te encuentres solo y en tiempos de soledad, la familia siempre va a estar para ayudarte en tus tiempos de necesidad. Ya después de los años, es un evento que me ha hecho pensar mucho en qué tanto me importante la familia y las amistades a mí.

Mi primer sobrino

     Uno de los momentos más especiales de mi vida fue el día en que mi primer sobrino nació. Desde que él estaba en el vientre de mi hermana, yo le he tenido mucho amor.
     El nació el 4 de Junio del 2013. Ese día yo estaba en la escuela y cuando mi mamá me recogió, me dijo que mi hermana estaba en el hospital de Watsonville y teníamos que ir con ella.
    Primero, tuve que ir a la casa porque mi papá y mi hermano querían ir; entonces los tuvimos que recoger. Cuando llegamos al hospital, allí estaba el papá del esposo de mi hermana. Le preguntamos cómo estaba mi hermana. Nos contó que el parto estaba muy complicado. Le pusieron medicina para provocar las contracciones pero el bebé no nacía. Después de muchas horas y ver que no nacía el bebé, decidieron hacerle cesárea a mi hermana para la seguridad del bebé y de ella.
     Después de un tiempo el esposo nos comentó que todo había salido bien y que mi hermana estaba en el cuarto de recuperación y que podíamos entrar a verla. Cuando entramos la enfermera estaba bañando a mi sobrino y lo cambió. Luego le pedí que me lo diera. Al cargar a mi sobrino me sentí muy feliz. Tenía su piel blanca como una perla sus mejillas rosadas y sus labios rojos como una fresa. Su pelo era negro y sus ojos eran café claro.
    Cuando mi hermana salió del hospital nos la llevamos a casa por dos semanas. Yo la ayudaba a ponerlo a dormir y a veces le cambiaba los pañales. También cuando mi hermana necesitaba descansar yo lo cuidaba. Las dos semanas que estuvo en mi casa fueron días que nunca olvidaré. Llegué a pasar mucho tiempo con mi sobrino y me encantó. Aprendí muchas cosas y me enseñó a ser más responsable.

Recordar es volver a vivir


     Las culpas de los niños son tan inocentes, que recordar nuestras travesuras infantiles simplemente nos causa gracia y mucha ternura. Aún recuerdo con gran alegría los veranos que Fernanda, mi prima menor, y yo pasábamos en el rancho de mi abuela en Jalisco, México. Éramos como dos muñequitas corriendo por todo el jardín desde que cantaban los gallos al amanecer, hasta que se acurrucaban las palomas al anochecer. Siempre había algo que hacer en el rancho, más que nada por la imaginación que de niñas cargábamos las dos. Uno de esos días soleados, mientras Fernanda y yo jugábamos a “la comidita”, actuando como grandes chefs utilizando trastecitos pequeños, lodo, agua y plantas, se nos ocurrió una gran idea. Una gran idea que nos llevó a una acontecimiento catastrófico.
     Estábamos en el patio trasero bajo la sombra fresca del tejabán. Frente a nosotras había una gran cantidad de plantas pintadas de diferentes tonos de verde y también una variedad de flores de distintos colores, tamaños y figuras. Cuando observábamos todo lo que teníamos frente a nosotras, notamos tres matas pequeñas que tenían unos chiles muy llamativos, del color del chapulín colorado, colgando de sus diminutas ramas. En ese momento las dos sabíamos que teníamos la misma idea en la mente; ¡los chiles serían el toque perfecto para finalizar nuestro platillo!
     Fernanda me miró y me preguntó: ㄧ¿Y si le pedimos permiso a abuelita?ㄧ yo inmediatamente accedí a su propuesta. En un abrir y cerrar los ojos, nosotras ya íbamos corriendo por el camino de tierra en busca de mi abuela para pedirle permiso. Con una expresión de desilusión nos regresamos al tejabán pocos segundos después, ya que mi abuela nos había negado nuestra grandiosa idea, advirtiendonos que era peligroso porque nos podíamos enchilar sin querer. Ambas teníamos muchas ganas de usar esos chiles colorados, y en nuestra mente de niño decidimos tomarlos en secreto y sin que nadie se diera cuenta para así poder darle el toque especial a nuestra comidita. Usualmente las dos éramos muy bien portadas, yo era mayor algunos años mayor que ella y por esa razón tenía ideas más traviesas o con un objetivo furtivo.
     Con mucha discreción, nos acercamos a las matas y rápidamente cortamos uno cada una. Muy risueñas nos devolvimos a nuestra cocina imaginaria y sin demorarnos ni un minuto empezamos a picarlo. Poco después de estar picando mi chile, empecé a sentir un ardor que se extendía vehemente en mi ojo derecho, como si hubiera sido encendido por las llamas de un cerillo. Cuando volteé a ver a Fernanda, con el ojo izquierdo mientras el derecho lo tapaba con mi mano, me di cuenta que su nariz estaba roja, parecía Rodolfo el reno. En ese momento yo me preguntaba si ella tenía la misma sensación. 一¿Acaso estás sintiendo lo mismo que yo?一 le pregunté confiando en que ella sabía de lo que yo estaba hablando. Antes de que me diera una respuesta, Fernanda saltó de su silla y empezó a aletear como un pájaro. --¡ARDE! ¡ARDE!--gritaba con una voz chillante.
     Inmediatamente le tomé las manos diciéndole que bajara la voz porque seguramente alguien nos podría escuchar. Mientras le preguntaba qué le ardía, sin pensarlo me tallé los dos ojos a la misma vez, y resultó en un problema aún más grande. ¡Ahora las dos teníamos los ojos irritados y llorosos! Me di cuenta que la causa de todo fueron los chiles. Efectivamente la abuela tenía razón, sin darnos cuenta nos enchilamos los ojos con nuestras manos que habían tocados los chiles. De tanto dolor que sentíamos ambas, no podiamos ni abrir los ojos. Como si hubiéramos perdido la vista, tuvimos que encontrar una forma de llegar a la parte frontal de la casa donde estaba la pila de agua para poder lavarnos los ojos. Decidimos tomarnos de la mano y con la otra ir tocando las cosas a nuestro alrededor para poder ubicarnos por medio de lo que estábamos tocando. Lo más difícil fue llegar del tejabán a la pared de la casa, pero en cuando lo logramos, nos guiamos de la pared, rodeando la casa entera hasta llegar a la pila de agua.
     En cuanto sentimos el agua correr entre nuestros dedos supimos que pronto nos desharíamos del dolor que sentíamos. Sin pensarlo dos veces, sumergimos la cara en el agua por unos cuantos segundos. Al sacarla dimos un gran suspiro de alivio, al fin pudimos abrir los ojos y todo había vuelto a la normalidad. De esa experiencia aprendí que siempre es una mejor idea escuchar a tus mayores, sin importar cuantas ganas tengas de hacer algo. Claro, también aprendimos las dos que no es bueno jugar con chiles. Lo único que agradezco de esta historia es que me da algo de qué hablar con mi prima para pasar un rato muy agradable y al recordar sentir como si fuese niña otra vez.

El silencio


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         ¿Alguna vez te ha pasado algo muy chistoso con tu mamá que no puedas esperar a poder contárselo a tus amigos? Pues, ¿alguna de esas veces te ha pasado que no lo has podido decir o simplemente no has podido relacionarte con lo que decían por el simple hecho de no poder pasar tiempo con tu mamá? Pues a mí sí. Siempre empezaban con - “ay el otro día salí con mi mama y...” - al escuchar esa frase solo me agüitaba al pensar en los momentos que tuve una risa inolvidable con mi mama en las veces que pasábamos tiempo juntas. Ella era la persona con quien siempre me gustaba pasar tiempo porque a ambas nos gustaba hacer las mismas cosas podía platicar con ella con lo que fuera. Mi relación con mi mamá significaba mucho para mí porque siempre me comprendía como nadie podía especialmente porque siendo la única mujer en casa tiempo con ella siempre tenía bastante que contarle. Todavía recuerdo las veces que me sentía fuera de lugar entre mis mismas amistades cuando contaban historias de lo que les había sucedido cuando estuvieron con su mamá.
         Era la hora de lonche y el día estaba perfecto para salir a pasar tiempo en el aire libre. Eran como las 12:00 PM y el sol estaba brillando tan grande en el cielo rodeado por nubes blancas pareciendo algodones, pegaba un viento que te daba un sentimiento de relajación No hacía ni frío ni calor; era el día perfecto.
         En primer lugar, mis amigas y yo recogimos nuestra comida para sentarnos a comer y como costumbre nos sentamos en las mesas donde disfrutamos de nuestra comida en lo que charlamos sobre qué hicimos en nuestra clase anterior y de muchas cosas más. No recuerdo exactamente qué había dicho una de mis amigas que hizo que otra amiga recordara un momento que pasó con su mamá - “Oh! El otro día fui con mi mamá al centro comercial y..”- continuaban a explicar lo que les había sucedido con su mamá. Llegó a sucederme esto varias veces pero nunca imaginé que me afectaría. El pensamiento de las veces que pasaba tiempo con mi mamá me venían a la mente pero solo podía permanecer callada y solo escuchar. Nunca les quise platicar a mis amigas de lo que me estaba sucediendo porque sabía que no iban a entender lo que me estaba sucediendo, no era posible que entendieran lo que era no pasar tres meses sin hablar con sus mamás y ni siquiera saber como estan. Preferí mantenerlo en bajo y no decir una palabra.
         Un día, iba en el carro con mi hermano mayor y empezamos a platicar sobre mi mamá. Cuando estuve escuchándolo, explicaba que le sucedía lo mismo que a mi cuando sus amigos platicaban sobre sus mamás. Todo lo que decía era exactamente lo que me pasaba igual todo lo que sentía.
         Después de haber platicado con mi hermano mayor entendí que tal vez no sea la única a la que le sucede esto pero no tendría forma de saberlo si ni siquiera esto dispuesta a platicar con alguien cercano. Una tarde salí con una amiga y llegamos a platicar de sobre lo que nos estaba pasando recientemente, salió el tema sobre nuestras familias y por la primera vez hable con alguien quien no fuera mi familia de los problemas que me estaban pasando y sinceramente fue algo de lo no me arrepiento porque ese día supe que mi amiga había pasado por algo similar en el tiempo que se estaban separando sus papas. Nunca hubiera sabido si no hablara con ella. Lo que siempre se me queda en mente es que me dijo - “ en algún momento necesitarás a tu mamá y vas a desear que esté ahí, el hecho de que ella todavía es parte de tu vida es lo que debes de sentirte afortunada así que no esperes a que suceda alguna tragedia y que te quedes con el rencor de haber deseado que si la hubieras perdonado-.
         De ahí en adelante supe que no siempre todo es lo que parece, nunca puedes saber bien qué es lo que está sucediendo en la vida de alguien. Aprendí que gente que está dispuesta a ayudarte depende de ti si estás dispuesto a que te ayuden.

Un encuentro con mi mamá


             Todavía recuerdo que vi a mi mamá nuevamente después de que ella se mudó para los EE.UU. Después de 11 años de haberme criado con mis abuelos desde que tenía 5 años de edad, cuando tenía 16 años de edad mi mamá decidió traerme a vivir a los EE.UU. con ella. No sabía cómo iba a ser mi ambiente en los Estados Unidos, sentía que no estaba preparada para mudarme a los Estados Unidos. Afortunadamente, mi familia de El Salvador me apoyó mucho para tomar la decisión correcta de mudarme y saber encontrar el mejor camino para mi futuro. 
            Fue muy feliz el día en que me di cuenta que me iba a mudar a los Estados Unidos para ver nuevamente a mi mamá. El viaje fue muy largo, me sentía muy solitaria, no conocía los lugares en los cuales caminaba. Me sentía perdida sin ver a una persona conocida. Mi viaje lo comencé en la frontera de El Salvador con Guatemala. En Guatemala el clima era muy caluroso, pero después de dos días comenzó la lluvia y fue muy horrible porque la lluvia me mojo por completo. Eran las 12:00 de la madrugada del día 27 de noviembre, cuando llegué a la frontera de Guatemala con México. En México pase mucho sufrimiento, hambre, lluvia, frío y mucho más. Las experiencias fueron muy grandes. Porque a pesar de todo el sufrimiento que pase nunca me di por vencida para poder lograr mi objetivo de estar al lado de mi madre.
             Primero, cuando por fin llegué a los Estados Unidos, vi a mi mamá parada en el aeropuerto de San Francisco. La vi emocionada porque al fin nos íbamos a encontrar de nuevo después de 11 años de estar separadas. Ella cambio mucho , no era la misma que yo recordaba. Cuando la vi después de mucho tiempo no la conocía, cambió mucho esos 11 años. Nos abrazamos, y con lágrimas en los ojos me dijo:
ー¡Tanto tiempo separadas. Gracias a Dios puedo tenerte en mis brazos de nuevo!
               Luego, mi mamá y yo nos miramos. Le dije lo mucho que la había extrañado. Ella me abrazó nuevamente, lo que pareció ser un gesto amoroso. La abracé tan fuerte que no quería imaginarme más años separada de ella.
                Finalmente, era tiempo de tomar un largo viaje para poder llegar a casa. Cuando llegamos a casa, todo empezó a ser normal para nosotros como una familia feliz. Aunque fue triste dejar a mi familia de El Salvador, pienso que fue la mejor decisión que pude haber tomado. Nunca olvidaré esta experiencia porque es muy difícil crecer sin el amor de una madre, pero nunca es tarde para vivir los momentos perdidos con una persona que se ama mucho. Es muy importante guardar este recuerdo en mi mente porque es un incidente que nunca voy a poder olvidar, ya que es el recuerdo del encuentro con mí madre.

Harbor vs Gonzalez

      Todavía recuerdo el día de mi juego de fútbol americano contra la escuela llamada “González” en González, California. Fue un juego bien loco, pero divertido. Mi equipo no era tan bueno, pero a nosotros no nos importaba. A nosotros nos importaba estar divertidos en el juego. Antes de inscribirme en el fútbol, yo era muy flojo, no hacía nada de ejercicio y no sabía nada de fútbol. Pero, después de jugar fútbol, me encantó, y ahora soy menos flojo que antes. Durante el juego yo estaba un poco nervioso, especialmente cuando vi el equipo de González. Ellos eran un equipo de 30 a 40 jugadores y nosotros solo éramos como 22. Dejé de preocuparme y me preocupé de mis propios asuntos.
     Mi equipo y yo fuimos al vestuario de la escuela y pusimos música para ponernos emocionados. Caminamos a la cancha. Eran las 5:00 y el juego comenzó. Miré a mis compañeros de mi equipo. Todos estábamos listos. Hicimos un “hudl” para decir la jugada que íbamos a hacer. “Left dice 12” se llamaba la jugada. Era mi turno para lucir. En el silencio solo se escuchaba a Erick gritando, “Ready, set, hut!”. Erick me dio la pelota y corrí con la pelota. Mis compañeros en la línea de scrimmage me hicieron un hoyo para que yo pudiera correr a través de ellos. Corriendo con la pelota era como estar en un campo de batalla de guerra.
     Corrí con la pelota en mi mano había tres personas del otro equipo me tumbaron al suelo y me levanté, no sentí nada por la adrenalina. Esto solo fue el principio, me dije a mí mismo. Erick nos puso en una hudl otra vez. Esta vez yo no estaba corriendo con la pelota y yo tuve que bloquear a Erick para que él tuviera tiempo para tirar la pelota. Comenzó la jugada y tomé un golpe de alguien del otro equipo para salvar a Erick. Erick tiró la pelota a Marcus y Marcus la atrapó en la zona final y agarramos un touchdown. Todos estábamos bien felices y actuábamos como si ya habíamos ganado el juego. Era mi turno de correr la pelota otra vez. Cuando Erick me dio la pelota, uno de los jugadores defensivos del otro equipo me golpeó traté de todavía correr ,pero vinieron otros dos más. Solo avancé 3 yardas y eso no era nada para el primer down. Mi entrenador me mandó a la línea de banda. Estuve un poco enojado porque yo supe que pude hacer algo para evitar lo que pasó. Estaba afuera por un buen rato y le dije a mi entrenador si pudiera regresar de nuevo.
     Mi entrenador me dejó entrar de nuevo. Yo quise hacer redención por lo que pasó más temprano. Ahora fue mi turno de correr con la pelota. Mis compañeros tenían confianza en mí y yo también en mí mismo. Erick me dio la pelota y yo corrí todo lo que pude. Agarre el primer down y cuatro defensivos me tumbaron al suelo. Todos estuvieron felices. Comenzó a llover. Erick tiró la pelota y de repente un defensivo del otro equipo golpeó a Erick bien duro y desbloqueo el hombro de Erick. Estuvimos empatados al tiempo y no supimos qué hacer sin nuestro quarterback. Entonces nuestro compañero Sam se ofreció como voluntario a ser el nuevo quarterback para el juego. Pero ahora solo tuvimos que correr la pelota. Perdimos el juego, pero yo sé si lo que pasó con Erick nunca hubiera pasado, nosotros hubiéramos ganado. El próximo año vamos a conseguir nuestra venganza.
     En conclusión, el fútbol me cambió mucho, especialmente me cambió de ser flojo a ser menos flojo, de no gustar los deportes a encantar los deportes. Después de este incidente, yo ahora veo los juegos de fútbol en la televisión. Antes pensaba que el deporte era muy aburrido, pero ahora es mi deporte favorito. Si nunca has tratado algo, deberías de tratar esa actividad nueva porque nunca sabes, a lo mejor te va a gustar y te podrá cambiar positivamente.

Ser hemana mayor


      ¡No lo podía creer! ¡Yo era una hermana mayor! El día que nació mi primera hermana, cambió mi vida. Antes de ser una hermana mayor, era una niña felíz y contenta. Siempre pasaba tiempo con mis padres bailando y jugando con ellos. Íbamos en viajes juntos y todo revolvía alrededor de mí como si fuera una reina en un palacio. Nunca tuve que compartir el tiempo que pasé con mis padres porque fui hija única, pero pronto iba a tener una hermanita y mi vida se iba a cambiar para siempre.
         Al principio, tenía casi los cuatro años y estaba en el preescolar. Tenía flequillo con pelo muy largo y era muy flaca y delgada, siempre con moños y vestidos. Estaba en mi escuelita pequeña jugando y divirtiéndome con mis amigos, y no pensaba mucho más adelante sobre mi vida con una familia más grande. Durante este día lluvioso y frío de noviembre, llegó de repente mi tía Rosa (amiga de mi mamá, pero como una tía familiar) a la puerta azul de mi preescolar. En mi mente pensé, «¿Qué está haciendo Rosa aquí?» La única razón que pensé que vino por mí fue porque supe que mi mamá iba a tener un bebé. La vi susurrando con mi maestra tan calladitas como pececitos silenciosos y, de pronto, Rosa me dijo que teníamos que irnos a la casa.
         Luego, cuando llegamos a casa, mi mamá estaba en su cuarto, con la partera, y sabiendo que estaba ocupada y concentrada, Rosa y yo horneamos un pastel para la bienvenida de un nuevo miembro de la familia. Rosa siempre ha sido una amiga de mi mamá que siempre nos ha apoyado con todo. Siempre estaba tan emocionada cuando hice actividades con ella. Después de un rato, el pastel finalmente estaba listo y se olía muy delicioso y dulce, pero estaba muy ansiosa para conocer a mi nueva hermanita. Mi mamá tuvo el nacimiento en casa, así que yo no tenía que ir al hospital para conocerla. Después de muchas horas, finalmente pude conocer a mi nueva hermanita.
         Finalmente, entré al cuarto de mi mamá. Estaba muy oscuro, iluminado con velas y se oía una melodía al fondo de su cuarto de una música muy relajante. En los brazos de mi mamá allí estaba mi hermanita. Tenía ojos muy grandes y brillantes, pelo oscuro, y pestañas muy largas y bonitas. Mi papá estaba a mi lado y me miraba mientras la conocía. Él me dijo, −Se llama Nayeli.– «Nayeli», repetía en mi mente. Yo pensaba que ese nombre era muy lindo. A partir de entonces, he tenido otra hermana llamada Kalea que también ha cambiado mi vida porque era mi segunda hermana y he tenido que acostumbrarme al nuevo estilo de vivir con mis dos hermanas. Kalea tiene pelo rizado y una sonrisa muy grande que siempre me hace sentir muy amada.
         Sobre todo, la primera vez que tuve una hermana fue algo diferente y emocional. Es una bendición ahora tener dos hermanas que siempre me dan amor incondicional porque no toda la gente puede tener esa oportunidad. Es una memoria inolvidable porque voy a ser hermana mayor para siempre y eso es algo muy importante. Nosotras hemos tenido muchas experiencias juntas y he crecido como persona porque ellas me han enseñado cómo tener paciencia, compasión, felicidad y diversión. Cada día es una nueva experiencia.

La noticia que cambió mi vida



        ¿Alguna vez has perdido a un ser querido? Todavía recuerdo el día que recibí la noticia que mi abuelo murió, no lo podía creer. Todo parecía como una pesadilla, era muy devastador para mí porque mi abuelo era una persona muy importante para mí. Él siempre estuvo presente en toda mi niñez hasta que se mudó a México cuando tenía 6 años.
        Todo ocurrió en el 9 de diciembre del 2012. Hacía frío, estaba muy nublado. Mi familia y yo estábamos en un día de familia. Todo iba bien hasta que llegamos a la casa de mi tía. Nos metimos a su casa, el ambiente estaba muy callado; yo estaba observando a mis tíos, a mis tías, mis primos y primas muy cuidadosamente como si fuera un águila. Las caras de mis tíos y tías eran muy serios, y cuando vi a mis primas se les notaba que estaban llorando. La sala tenía un ambiente de tristeza como si algo malo acabara de ocurrir.
        Algo no se sentía bien. Era como si mi familia estuviera ocultando algo. Luego, mi tía nos dijo la noticia más peor que yo he recibido en mi vida. Mi tía le dijo a mi mamá, “Como hace una hora, nos llamo Veronica y nos dijo que estaban comiendo y de repente le dio un infarto a mi papá, y no podían hacer nada para salvarlo y murió en el camino para el hospital”. No lo podía creer, mi abuelo acaba de fallecer. Mi mamá estaba en un estado de shock, le tomó tiempo para poder procesar esta información porque mi mamá acababa de perder a su papá. Cuando yo escuché las palabras desgarradoras, empecé a llorar. Sentí como si mi corazón se quebrara como un pedazo de vidrio. Mientras estaba llorando, yo estuve mirando cómo había reaccionado mi mamá, mi papá, y mi hermana. Todos estábamos llorando, es muy triste cuando pierdes a un ser querido que ha estado presente en tu vida por tanto tiempo, y por un día para otro ¡zaz! tu ser querido ya no está en tu vida y ahí es cuando te arrepientas por no haber apreciado todos los momentos que tenías con él. Creo que de todas mis primas, yo fui la que fue más impactada por esta noticia porque mi abuelo era alguien muy importante para mí. El era muy amoroso conmigo y con mi hermana y siempre hacía todo para que fuéramos felices, técnicamente era como un segundo padre. Mi mamá estaba con mi hermanito, estaba llorando mucho y seguía diciendo, “¿Por qué tuvo que ser él?”, la voz de mi mamá era muy débil y muy callada. Mi papá estaba junto a ella tratando de tranquilizarla aunque él también estaba impactado por la noticia, pero trataba de no enseñar tanta emoción para que mi mamá no se sintiera más triste.
        Me levanté del sillón y me fui al cuarto de mi prima, su cuarto tenía muchos colores vibrantes, tenía animales de peluches, su cuarto siempre me hacia sentir feliz pero en esta ocasión no lo hizo. Me fui a su cama muy lentamente y seguía recordando todos los momentos felices que tuve cuando mi abuelo cuando estaba vivo. Empecé a llorar porque no aproveché todos esos momentos felices que tuve con él, y eso siempre va a ser algo que voy a arrepentir. Lo que me dio más tristeza era que solo faltaba una semana para mi viaje a México para ir a visitar a mi familia y mis abuelos. Mi prima entró al cuarto y se sentó a lado de mí y me dijo, “Por lo menos ya no está sufriendo nuestro abuelo, ya sabes que tenía mucho tiempo enfermo.” Tenía razón, mi abuelo tenía tiempo enfermo y creo que cuando dijo eso mi prima, me sentí un poco mejor porque mi abuelo sí estaba en mucho dolor. No tenía las mismas habilidades que antes tenía. En un tono muy triste le contesté, “Tienes razón pero nuestro viaje a México, ¿Va ser afectado por esto?” Se quedó callada, me le quedé mirando con tristeza y luego ella contestó, “Ojala que no, pero yo creo que sí ”.
        En fin, desde que esto ocurrió , me ha cambiado mucho. Aprendí que siempre debo que apreciar a la gente que tengo en mi vida, necesitamos apreciar a nuestros seres queridos porque nunca sabemos lo que la vida tiene planeada para esa persona y nunca sabremos lo que pasará con esa persona hasta la próxima vez que lo veremos. Si tienes a un abuelo o abuela que tienes vivo, diles que los quieres porque yo nunca tuve esta oportunidad de decirle que quiero a mi abuelo, y es una cosa que siempre me va hacer sentir triste porque yo siempre tuve la oportunidad de llamar a mi abuelo por el teléfono y saludarlo y también decirle que lo quiero pero nunca tomé y aprecié esta oportunidad que tuve y ahora lo arrepiento mucho. Siempre aprecia a la gente que tienes en tu vida.

Travesuras Infantiles


     El silencio es oro a no ser que haya niños. A pesar de tener menos de siete años, había pensado que no volvería a ver a mi familia por quedarme encerrada en el salón de mi escuela con otros alumnos más. Nadie razonaba y nadie tenía cabeza para hacerlo; en ese instante todo se resumía a que la puerta del salón no se abría por el fuerte golpe que Janet le había dado al cerrarla para no dejar que Roberto entrara. Recuerdo que Adrián estaba llorando y gritando que jamás tendría una novia por quedarse encerrado. Yo, estaba sumida en mis pensamientos viendo cómo pasaba todo mientras que los que estaban afuera pensaban cómo podrían abrirla para sacarnos.
     Mi escuela era bonita, pero no tenía nada que la hiciera diferente a otras, a excepción que era una escuela católica y la directora era una monja más mala que Hitler; por ejemplo, mi tía me contaba que la directora la encerraba a ella en el salón después de clases hasta que no se aprendiera las tablas de multiplicar e Isabel le tenía un miedo terrible . Mi salón de clases tenía varias ventanas, dos grandes que dejaban ver el salón y dos pequeñas que incluso ahora desconozco su uso. Me gustaba observar desde un escalón todo lo que ocurría a mi alrededor para poco después escuchar el sonido de la campana que avisaba a los alumnos que era hora de la formación para posteriormente ir a nuestros salones.
     Era tiempo de ir a receso y muchos de mis compañeros salieron para comprar algo y jugar un rato; sin embargo, los demás y yo nos quedamos para adelantar tarea o simplemente tener un descanso. Ese día los latosos del salón estaban jugando como perros y gatos y tuve el presentimiento de que algo malo iba a pasar. Me disponía a molestar a Adrián cuando de repente escuché como la puerta se cerró e inmediatamente voltié y escuché cómo discutían Janet y Roberto como prisionero y raptor. Por un segundo, pensé que no había sido algo grave hasta que oí cómo ella dijo -La puerta no se abre- y ahí fue cuando todo se descontroló.
     Primero, todos nosotros pensamos que se había tratado de una broma, pero veíamos cómo ella trataba de abrir la puerta y no podía. La pesadilla comenzó y todos llegábamos a la conclusión de que nos moriríamos allí. La campana sonó y los demás regresaron para seguir con las clases para darse cuenta que la puerta no se abría. Ellos, por un lado, decían cosas como -Los sacaremos de ahí- o -¿Y si le decimos al conserje?-, pero misteriosamente parecía que a la maestra se la había tragado la tierra hasta tiempo después cuando la cosa se puso seria. En el salón la desesperación y las lágrimas estaban a la orden del día. Adrián parecía una pequeña niña asustada que gritaba y lloraba a pulmón abierto mientras que los demás y yo aceptamos nuestro destino despidiéndonos internamente de nuestra familia.
     Finalmente, después de que la directora regañara a la maestra y posteriormente a nosotros, le ordenó al conserje que abriera o rompiera la ventana. Fuimos liberados de nuestro encierro y regañados por perder clase y armar desorden, pero al final todo quedó como la simple anécdota de una travesura en la que inocentes tuvieron que pagar las consecuencias de dos irresponsables. Hoy en día cada vez que me acuerdo de eso me río sin control por ese momento tan infantil en el que sin querer planeé mi vida en un salón de clases. La lección que aprendí ese día y que me ha seguido siempre es “por cada acto hay una consecuencia”. El regaño de la directora al menos me sirvió para pensar antes de actuar y cuestionarme si vale la pena el castigo.

Las niñas y la roca


     Por un año, mi mamá, hermana mayor y yo vivimos en México en una casa grande de dos pisos que tenía muchos cuartos. Cuando la casa estaba oscura daba mucho miedo y los focos de luz no ayudaban. Se sentía que un fantasma te veía cuando caminabas por los pasillos. Pero, todavía se sentía bien estar en la casa que se sentía tan diferente comparada con mi casa en los Estados Unidos.    
     Todo fue viejo en esa casa. Las cosas compradas allí fueron compradas cuando mi mamá y mis tías fueron adolescentes. Nuestro barrio no fue bonito pero alineando la calle había árboles con las ramas formadas de cuadrado y las troncas pintada color blanco. Las hojas, hasta en el invierno, tenían color de manzanas verdes. Todas las casas fueron de dos pisos y unas de las casas fueron pintadas azules o hechas de ladrillo pintadas rojas como camiones de bomberos. Enfrente de nuestra casa, hecha de ladrillos y pintada color amarillo y verde con una puerta pintada azul oscuro, vivía una familia con que mi prima tenía problemas.
     Mi hermana de 16 años y mi prima de 13 siempre me tenían con ellas aunque yo fui mucho más menor que ellas. El tiempo más divertida con ellas fue en las noches cuando poníamos música de rock y bailábamos o ellas hablaban de cualquier cosa en que podían pensar. Estando con ellas me sentía mayor de mis 8 años y fue muy divertido. Pasábamos mucho el tiempo en el garaje. El suelo fue pintado rojo oscuro, pero por los años comenzó a descolorearse. Además, las paredes amarillos también estaban perdiendo su color. Había un sofá hecho de madera que parecía incómodo pero en verdad fue más confortable que las camas.
     Una noche, nosotras estábamos afuera solo platicando y disfrutando el calor del verano cuando pasaba la niña de enfrente caminando hacia su casa. Ella fue un poco más mayor que yo pero no mucho. Ella nos dijo algo ofensivo y entró a su casa. Mi prima era muy dramática y entró a la casa pisando fuerte. Fuimos tras ella y mi hermana se puso enojada también.
     Luego, ya que ellas todavía estaban bien enojadas, dejaron que su enojo ganara y empezaron hacer un plan. La casa a la derecha de la nuestra estaba hecha de pavimento con pedazos que se podían romper de la casa. Mi prima rompió un pedazo de la casa y aventó la roca y pegó la puerta. El sonido fue como un trueno en la noche silenciosa. Cerraron rápido la puerta grande de hierro que ya se empezaba a oxidar. Por la ranura de correo en la gran puerta del garaje esperamos a ver qué pasaba. Prendimos la música para que se viera que no fuera nosotras. Abrieron y vieron la puerta y ven a la derecha e izquierda pero no vieron a nadie. Nos empezamos a reír y pensamos que fue lo más chistoso de todo el mundo.
     En el momento fue emocionante y chistoso lo que ellas hicieron, pero viéndolo ahora no fue correcto. No necesitaban bajarse al mismo nivel de la otra niña. Tambíen pudimos habernos metido en problemas que no necesitábamos por una broma tonta.

El día que una gran pasión murió

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     Todavía recuerdo ese día que ha sido uno de los más dolorosos de mi vida. Después de ser un aficionado y un gran fanático del fútbol, decidí dejar de jugar fútbol para siempre. Fue algo que me conmovió muchísimo sentimentalmente porque era algo que se había convertido en una rutina diaria y física durante mi juventud. Pero, debido a la rotura de mi tobillo, ahora no puedo jugar porque tendría posibilidades de tener problemas en el futuro. Es que el tobillo es uno de los huesos que crece con los años y aveces se necesita una operación para ser colocado correctamente.
     Todo sucedió una mañana donde iba muy entusiasmado a un torneo de fútbol en mi escuela Centro Escolar Caserío Huizisilapa cuando yo tenía 13 años de edad, y vivía en El Salvador. Esto sucedió en la plaza de mi escuela, era un día muy cálido, muy pacífico, tanto que los pájaros se reían de mí en el patio de mi casa. También sentía la calidez y la frescura de los brazos de las palmeras alrededor de mí. Mi mente me decía que este sería el día perfecto para alcanzar una nueva meta en mi vida que sería levantar este trofeo. Mi corazón estaba latiendo tan rápido como un bebé recién nacido.
     De repente, nos avisaron que era nuestro turno de jugar; el juego inició. Al minuto de juego 30, me doblé el pie tan fuerte que mi hueso se rompió. Instantáneamente se escuchó mi grito de dolor. Mi grito fue tan fuerte que cuando un profesor me vio tendido en el suelo, él procedió a recogerme en medio de los jugadores. Mi dolor fue tan fuerte como el fuego en el infierno.
     Después de notar que mi tobillo estaba hinchado y morado, procedimos ir a una clínica. El doctor y yo tuvimos una charla. Él me dijo:
     –Lo siento, muchacho. Tienes que ir a ver a un ortopeda; yo solo soy doctor en medicina general.
     –Doctor, ¡pero me duele mucho! Ya no aguanto, pero igual, gracias por su tiempo.
Mi tío me llevó de inmediato al Hospital Bloom. Ahí me dijo un ortopeda que me iba a estar alrededor de cinco meses con un yeso en el pie y otro yeso de tres meses. Pasaron los ocho meses, me recuperé, continúe con mi vida normal. En ese momento tuve ciertas deficiencias para caminar, pero conforme al tiempo todo volvió a la normalidad.
     La conclusión de este suceso fue muy compleja porque tuve que cambiar mucho. Al principio era raro ver a mis amigos jugar, me recordaba el momento del incidente de mi pie, entonces ya no me daban ganas de jugar fútbol. Hoy en día ya no juego fútbol, juego más en mi Play Station, y mi miedo va más allá de mis pasiones.

Mi último día escolar con mis mejores amigos

     Siempre voy a acordarme de mi día final de estar en la escuela con cuatro de mis mejores amigos del octavo grado. Era nuestra día de graduación y mis amigos iban a escuelas diferentes y yo a Harbor High. Creo que yo sabía que ellos no iban a Harbor conmigo, pero empujaba este sentimiento a otro lado de mi mente. Yo había conocido a mis amigos Nate, Polly, Carmen y Xitlali desde el kinder y habían sido mejores amigos con Nate desde entonces también. No sabía qué sentir del hecho de que después de nueve años de estar en la escuela con ellos, íbamos a escuelas diferentes. Yo estaba un poquito enojado con ellos pero triste también. De todos modos, nuestra graduación tenía una gran importancia para mí porque fue mi memoria final de la escuela con ellos y por suerte fue una memoria buena.
     Eran las diez y media de la mañana, el día final del octavo grado en B40. Todo la clase del octavo grado estaba preparando la escena de nuestra graduación que se llevaría a cabo en menos que una hora. Era una mañana bonita. El sol estaba atrapado detrás de las nubes, pero sus rayos se estiraban hacia nosotros. Cada minuto pasaba como una hora. Yo estaba nervioso de graduarme en frente de tantas personas aunque no debía sentirme así. Pero mis amigos estaban allí también experimentando lo mismo que yo. Después de terminar las preparaciones para la ceremonia, fuimos a la cafetería para esperar el comienzo de la graduación.
     Por fin, fue tiempo de graduarme. Yo tuve muchos pensamientos en el momento. Finalmente se me ocurrió la realidad que mis amigos no iban a Harbor conmigo. Aunque hicimos promesas de reunirnos cada viernes, ¿podíamos hacer eso por un entero año escolar? Porque solo tiene que pasar una vez donde nadie puede hacerlo y nunca vamos a seguir haciéndolo. Me gustaba charlar tanto con ellos y no me quería dejar de verlos todos los días en la escuela. Sus decisiones de ir a Santa Cruz en vez de Harbor me hizo volver a pensar en mi propia decisión. Especialmente la decisión de mi mejor amigo, Nate de ir a Santa Cruz.
     Mientras tenía mis dudas, todavía era tiempo de graduarme. Estaba feliz de terminar mi tiempo en B40, de tener poca tarea por diez semanas y de seguir a Harbor pero al mismo tiempo, estaba muy nervioso de ir a una escuela nueva.
     Toda la graduación, yo tenía esos sentimientos agridulces. Recuerdo mirar a mis amigos y que nosotros estábamos bien vestidos como adultos y eso me sorprendió que de repente habíamos crecido. Después de nuestra ceremonia de graduación y el baile de graduación, fuimos a Jeffery’s para comer y hacer planes para el verano. Todos tenían ideas diferentes de donde y que debíamos hacer en el verano.
—Tenemos que hacer planes para que hacer este verano.
—Si, debemos ir a la playa. dijo Nate. A eso, todos convinieron.
—¿Twin Lakes el viernes?, alguien preguntó. Todos convinieron con entusiasmo otra vez.
Me hacía felíz en descubriendo que todos querían ver a todos y que yo no era el único que quería verlos.
     Por un tiempo, yo estaba considerando ir a Santa Cruz con Nate y mis otros amigos, pero cuando lo pensé más cuidadosamente, yo me di cuenta que no iba a estar feliz en Santa Cruz porque aunque mis mejores amigos iban allí, más de mis amigos en general iban a Harbor y tal vez iba a acercarme a ellos. Pensé, ¿qué tal mi grupo de amigos ahora se divide cuando lleguemos a Santa Cruz? Encima de eso, cuando fui a las orientaciones de Harbor y Santa Cruz, me gustó mucho más la de Harbor y eso, yo creo, finalizó mi decisión. Lo que me gustó más de Harbor eran las clases que fueron opciones que podía tomar.
     Para resumir, todavía estoy felíz con mi decisión de ir a Harbor en vez de Santa Cruz. Estoy contento con mi decisión porque he hecho nuevos amigos y también tengo mis otros amigos de B40. También me gustan mis clases que estoy tomando aunque son desafiantes. Todavía extraño a mis amigos pero estamos en contacto y los veo a veces. Ahora que estoy terminando mi primer año en Harbor, estoy muy contento en cómo mi año ha sido hasta aquí, y creo que voy a divertirme mucho en ser parte de Harbor High.


La epifanía de una pérdida

     ¿Has probado la victoria alguna vez en tu vida? Es como una droga que te llama tu nombre cada vez más ruidosa que la pruebas. ¿Verdad? Para mí, la ganancia es el resultado del trabajo duro, es el premio que supera cualquier medalla. Pero, esto no va a ser un cuento de cómo gané sino como fui derrotado con todo y alma, el momento en que todo el trabajo duro, hasta ese momento, fue cuestionado.
     Eran las seis y media, mi corazón estaba pulsando como tambores, podía sentir mi sangre transcurriendo por mis venas. Estaba perdiendo por un punto y era el último periodo. Le eché un vistazo a mi entrenador. No lo podía entender. Estuve en mi zona, nada me podía parar.
–Necesitas dos puntos más para ganar–
–Está postergando–
–¡Sigue, Sigue, Sigue!–
     Millones de pensamientos estuvieron en mi mente en esos últimos segundos, sonó la campana para acabar la batalla de seis minutos. Perdí, esa lucha. Ese día gané la mentalidad de una persona que no tenía nada que perder, y empecé a trabajar más duro, más rápido para ganarle, estuve hambriento para el título de campeón del condado. Unas semanas después yo estuve en las finales con el mismo niño, pero esta vez estuve listo para lo que venía. En el primer periodo estuve perdiendo por un punto, en el segundo periodo estuve perdiendo por tres. Hice un movimiento crítico y recibí 5 puntos, era el tercer periodo y ahora era 6-4 y en ese momento supe que gané porque no iba a perder. Acabé ganando 13-4 y con el título de campeón del condado.
     Finalmente, aprendí que todas las veces que pierdes en realmente ganas, si aprendes de tus errores. Ese día que perdí marcó un punto esencial en mi vida porque era un momento en que todas mis acciones y trabajo invertido en mis luchas fueron cuestionadas por la razón de no ganar, y de eso ahora veo cómo es trabajar duro y comó más autocumplido me siento después de trabajar duro y ver cómo ese trabajo sí se pagó al fin del día.


Mudándome a México sin saberlo

     Les voy a contar sobre cuando me mudé a México sin saber que me iba a mudar.
Este acontecimiento me hizo cambiar en mi forma de ser y en la manera que percibo el mundo. En pocas palabras, yo estaba estudiando la primaria en Estados Unidos, y mi mamá me dijo que íbamos a ir de vacaciones a México. Pero resultó que me quedé ahí por 6 años. Cuando mi mamá me dijo esto, yo estaba triste y preocupado porque iba a tener que empezar en una escuela nueva otra vez.
     Era una noche de invierno, fría como la nieve, y era mi cumpleaños. Estaba en mi cuarto viendo televisión y vi que mi mamá venía hacia mí para platicar de algo. Me llamó a mí y a mi hermana para que bajáramos a la sala. Mi mamá nos dijo a mi hermana y a mí ─Nos vamos a ir a México de vacaciones por un rato─. Yo vi esto como algo normal y me sentí feliz porque normalmente visitábamos allí solo para ir de vacaciones cada año y eso me gustaba. Así que empaqué mis maletas tan rápido como una bala y nos fuimos a México en avión ese mismo día.
     Cuando llegué a Oaxaca me sentía feliz, y mis papas y yo disfrutamos de las vacaciones por 2 semanas. Fuimos a la playa, a la iglesia, y comimos mucha comida típica como las memelas. Pero cuando era tiempo para regresar a los EE.UU, mi papá me dijo ─Creo que aquí nos vamos a quedar por un tiempo. Yo no lo podía creer y como me iba a quedar en Oaxaca, fuimos a buscar una escuela para mí. En ese momento me sentí triste y enojado porque no me habían dicho nada sobre esto y porque dejé a mis amigos y no me despedí.
     Cuando estuve en Oaxaca yo solo me dedicaba a estudiar, jugar videojuegos, ver televisión, y en pocas ocasiones salía con mis amigos. Mi vida en los EE.UU la sentía más alegre porque ahí jugaba basquetbol con mis amigos diario, salía con mis amigos mas seguido, y iba al parque donde comía el helado que tanto me gustaba. Cosas que no hacía en México.
     Pero tiempo después entré a la escuela e hice unos buenos amigos y ya no me sentía tan solo. Me acoplé bastante a México. Tanto que tiempo después no me quería regresar a Estados Unidos. Al pasar todo esto aprendí que lo más importante para mí es mi familia y mis amigos, sin importar donde esté yo. Esto me hizo madurar, y guardo esto en mi memoria porque me recuerda que cosas inesperadas pueden pasar en cualquier momento y hay que estar preparados para estas situaciones siendo positivo.

Las montañas en agosto

     Era agosto y eran los finales del verano del 2017. Nuestra familia daba en una caminata por las montañas Sierra Nevada en California. Era un día soleado y el cielo estaba despejado. Durante ese tiempo pude aclarar a mi mente y observar todo de nueva manera. Conmigo estaban mi hermano medio, mi cuñada, mi papá, y otros miembros de la familia de mi cuñada.
      Fuimos en carro primero, escalando la montaña sobre el pavimento suave. Llegamos al estacionamiento y empezamos la caminata de aproximadamente 6 millas. Caminando por la inclinación, las piedras se deslizaban y crujían bajo nuestros pies. Estábamos subiendo por la colina y el aire estaba adelgazando. El calor del sol era una carga en nuestros hombros y el cielo nos estaba sofocando. Nuestras camisetas se habían llenado de sudor y el sol quemaba nuestros rostros, pero podíamos ver la cima donde había una vigía sentada al borde del monte.
     En la cordillera de la Sierra Nevada se pueden ver los valles que acunan a los lagos y los árboles que los rodean. En las montañas asperas había rocas sueltas que caían hacia los valles profundos. Los podían oír estallar sobre un lado de la montaña y romperse en millones de pedazos y después caer en la nieve suave sin hacer sonido. El aire olía fresco y claro. Cuando respiraba sentí como se pudiera empezar de nuevo. Había unas escaleras que subían hasta la vigía donde se podía ver por cien millas. La estructura era pequeña y cuadrada, había un cuarto adentro que no era accesible. En total, elevamos a las 1,800 pies desde el principio de la caminata hasta que llegamos a la vigía.
     Cuando me incliné sobre la valla, sólo había un poco de cerca que me impidió caer. Sentí la brisa contra mi rostro y me aferré a la barandilla al mirar el piso donde pude ver el valle cubierto de nieve. Me sentí libre y con confianza. En ese momento éramos más altos que las montañas. A pesar de todas las otras personas allí, me sentía como si fuera la única persona en el mundo. Al lado de la vigía había unas rocas grandes y fui allí para grabar mis iniciales en la piedra para que se quedaran allí hasta que el viento, la lluvia, o la nieve se las borraran.
     Después de un rato, fuimos bajando por el camino y las montañas subieron más altas que nosotros y entramos al valle. Por estar allí en la naturaleza, pude reflejar en mis valores y mis metas para el futuro.