Thursday, March 15, 2018

El día que una gran pasión murió

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     Todavía recuerdo ese día que ha sido uno de los más dolorosos de mi vida. Después de ser un aficionado y un gran fanático del fútbol, decidí dejar de jugar fútbol para siempre. Fue algo que me conmovió muchísimo sentimentalmente porque era algo que se había convertido en una rutina diaria y física durante mi juventud. Pero, debido a la rotura de mi tobillo, ahora no puedo jugar porque tendría posibilidades de tener problemas en el futuro. Es que el tobillo es uno de los huesos que crece con los años y aveces se necesita una operación para ser colocado correctamente.
     Todo sucedió una mañana donde iba muy entusiasmado a un torneo de fútbol en mi escuela Centro Escolar Caserío Huizisilapa cuando yo tenía 13 años de edad, y vivía en El Salvador. Esto sucedió en la plaza de mi escuela, era un día muy cálido, muy pacífico, tanto que los pájaros se reían de mí en el patio de mi casa. También sentía la calidez y la frescura de los brazos de las palmeras alrededor de mí. Mi mente me decía que este sería el día perfecto para alcanzar una nueva meta en mi vida que sería levantar este trofeo. Mi corazón estaba latiendo tan rápido como un bebé recién nacido.
     De repente, nos avisaron que era nuestro turno de jugar; el juego inició. Al minuto de juego 30, me doblé el pie tan fuerte que mi hueso se rompió. Instantáneamente se escuchó mi grito de dolor. Mi grito fue tan fuerte que cuando un profesor me vio tendido en el suelo, él procedió a recogerme en medio de los jugadores. Mi dolor fue tan fuerte como el fuego en el infierno.
     Después de notar que mi tobillo estaba hinchado y morado, procedimos ir a una clínica. El doctor y yo tuvimos una charla. Él me dijo:
     –Lo siento, muchacho. Tienes que ir a ver a un ortopeda; yo solo soy doctor en medicina general.
     –Doctor, ¡pero me duele mucho! Ya no aguanto, pero igual, gracias por su tiempo.
Mi tío me llevó de inmediato al Hospital Bloom. Ahí me dijo un ortopeda que me iba a estar alrededor de cinco meses con un yeso en el pie y otro yeso de tres meses. Pasaron los ocho meses, me recuperé, continúe con mi vida normal. En ese momento tuve ciertas deficiencias para caminar, pero conforme al tiempo todo volvió a la normalidad.
     La conclusión de este suceso fue muy compleja porque tuve que cambiar mucho. Al principio era raro ver a mis amigos jugar, me recordaba el momento del incidente de mi pie, entonces ya no me daban ganas de jugar fútbol. Hoy en día ya no juego fútbol, juego más en mi Play Station, y mi miedo va más allá de mis pasiones.

3 comments:

  1. yo tuve la misma situacion pero solo que ami no fue de mi pie pero no deje de aser lo que ami me gustava y que me sigue gustando. pero muy buen escrito

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  2. Muy buen escrito!😎 A mi tambien me guta mucho el futbol. Me recuerda a cuando era niña yo jugaba con puros niños y simpre me dejaban moretes o me latimaban y me hacian llorar porque me daban muy fuerte y yo tambien tuve miedo de que más me podria pasar. Sin embargo nunca pare de jugar porque era una cosa que nunca podia parar de hacer. Es un deporte que Me encanta!😀
    PD: Te hice mi biblia :)

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  3. Muy llamativo tu titulo, aparte muy bien escrito! Que bueno que no dejaste que te agüitara no poder jugar y que haya encontrado otra cosa que te gusta hacer.

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